temorizar, amenazar, aislar, ignorar y/o ridiculizar públicamente a las mujeres supone ejercer sobre ellas maltrato psicológico, un tipo de violencia poco reconocido, aunque muy normalizado, que puede experimentarse en diferentes ámbitos, como el familiar, el laboral o el de pareja, aunque la mayoría de casos suelen tener lugar en este último. Por ello, darle una mayor visibilidad y ayudar a las mujeres que lo sufren a detectarlo es el primer paso para ponerle fin.
El maltrato psicológico sufrido por mujeres es habitualmente perpetrado por personas con las que estas tienen un vínculo personal muy estrecho, especialmente sus parejas, sus padres, sus hermanos o sus amigos más cercanos y puede dejar en las víctimas secuelas a largo plazo. Así lo asegura el ‘Manual de atención psicológica a víctimas de maltrato machista’ elaborado por el Colegio Oficial de la Psicología de Gipuzkoa: “Las consecuencias psicológicas del maltrato crónico pueden resultar devastadoras para la regulación emocional de la persona que lo sufre. Un elevado porcentaje de víctimas presentan un perfil psicopatológico caracterizado por estrés, ansiedad, síntomas depresivos, baja autoestima y sentimiento permanente de culpa.”
A diferencia de otros tipos de violencia, más notables o evidentes, el abuso emocional puede ser difícil de identificar por parte de la persona que lo sufre, puesto que consiste en un conjunto de actitudes que, habitualmente, se integran y se normalizan como parte de la relación. Algunas de las características principales de este tipo de violencia pueden ser la posesividad, cuando el maltratador intenta alejar a la víctima de su círculo más cercano; la agresividad verbal, si la persona que ejerce este maltrato se dirige a la víctima de manera degradante y hostil; la humillación pública, cuando las víctimas son constantemente expuestas a humillaciones y desprecios en presencia de terceras personas o el chantaje emocional, mediante el que el maltratador logra confundir a la mujer haciéndola sentir culpable hasta que accede a sus peticiones o preferencias, a pesar de estar en contra o no querer saciarlas.